Nos acercamos hasta su casa para realizar la sesión, estuvo encantado, nos enseñó su jardín, su mascota, sus juguetes... se lo pasó en grande.
Después hicimos un descansito, en sesiones largas, es aconsajable para que el niño no se canse, parar un ratito, aunque yo aproveché y de vez en cuando mientras se distraía le sacaba alguna más.
Retomamos la sesión ya en el interior de la casa y lo convertimos en un divertido juego en el que nos reímos mucho, el resultado lo tenéis en esta revista.